lunes, 15 de noviembre de 2010

El detalle abstracto.

El acercamiento a la realidad desde el punto de vista habitual, el de costumbre, tiene la característica de producir en nosotros las mismas impresiones, sensaciones. Ya lo dijo Albert Einstein: "Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados". Cambiar el punto de vista o la perspectiva, requiere siempre un esfuerzo un doblar el cuerpo, agacharse, saltar o cambiar el estado de excitación mental. El descubrir el modo de ver, en ocasiones supone un cambio de visión radical de la realidad.


He intentado en esta ocasión el acercamiento a lo más pequeño, el esfuerzo en este caso supondría el llegar hasta el motivo, la visión desde la cercanía, para descubrir en lo habitual algo nuevo, al modo de descubrir de los niños al enfrentarse a algo desconocido. Un transformar, no la propia realidad sino la mirada. Dice Sir Ernst Hans Josef Gombrich, en Arte e ilusión, estudio sobre la psicología de la representación pictórica:

“Incluso el más meticuloso realista no puede acomodar en su panel más que un número limitado de marcas, y aunque le queda el recurso de alisar las transiciones entre sus manchas de pintura hasta hacerlas invisibles finalmente tendrá que confiar en la sugestión cuando se trate de representar lo infinitamente pequeño."





Toda fotografía lleva implícito el tiempo, no es más que una proyección del espacio tridimensional (largo, ancho, profundo) en una superficie de dos dimensiones espaciales y una temporal (necesaria para obtener la impresión correcta). Estas imágenes no son más que la extensión de la dimensión temporal llevada por su repetición al objetivo del enunciado, sin embargo la abstracción no siempre atiende a las características esperadas. Ver: Benoît Mandelbrot: Fractales y el arte de la fracturación, en este mismo blog.

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